Según el investigador ruso Igor Burtsev, los genetistas ya habrían descubierto, en muestras de posibles hombres de las nieves que son una descendencia de madre homo sapiens.
La historia de Zana, la misteriosa mujer de grandes proporciones cubierta de mucho bello, que en el siglo XIX fue capturada por los pobladores de Abkacia, un territorio sudoriental del mar negro, despierta dudas en los occidentales, si realmente corresponde a las historias de Pie Grande o el Yeti.
El territorio costero sudoriental del Mar Negro, alberga la cadena de montañas del Cáucaso y una de los mitos heredados es esta, la historia de Zana, cuyos restos de sus descendientes habrían sido encontrados y analizados genéticamente.
Según el investigador ruso Igor Burtsev, los genetistas ya habrían descubierto, que el origen de Zana viene de una madre homo sapiens, y padre diferente, posiblemente neandertales. Aún así ya se conoce que existieron cruces entre ambos en el pasado.
En su relato, explica que inicialmente la historia fue estudiada por el zoólogo y profesor Alexander Mashkocstsev en Moscú en 1962 y por el investigador profesor Boris Fedorocvich Porshnev.
Porshnev, sin encontrar su sepultura, relató en la versión popular de su historia, y fue publicada en 1968, con el nombre "La lucha de los trogloditas", en la revista Plenty, de Kazajistán.
El relata que los cazadores abkacios, persiguieron y mataron algunas de estas personas bastante peludas de grandes dimensiones, que vivían aisladas de la civilización, sin embargo a una mujer, Zana, la capturaron, y ella continuó viviendo en el pueblo hasta su muerte.
Dichos relatos de pobladores que la habrían conocido, indicaban que había sido sepultada en Tahini Ochamchira, y una versión más, cuenta que fue capturada en las montañas de Zaadan cerca de Ochamchira, en Adjara de hoy.
Solo después de tres años de vivir con los residentes del pueblo, como prisionera y siempre maniatada, fue dejada en libertad para moverse en el vecindario.
Los testigos que la conocieron la describieron como una mujer muy alta y musculosa, de piel grisácea oscura, con cabellos muy abundantes negros y rojos. Su bello no era muy espeso como se la suele describir, pero era largo como una palma de la mano y le cubría gran parte del cuerpo, pero no los pies ni las manos.
Cuatro hijos
Era una mujer que se había criado en la selva del lugar, prefería excavar huecos en la tierra para dormir, y le gustaba mucho revolver las cenizas tibias del fuego apagado. Sus blanco y fuertes dientes fácilmente masticaban las nueces con cáscara y solía atravesar los ríos gélidos con asombrosa rapidez.Se adaptó a hacer labores corrientes como traer leña y cosas similares, pero no logró aprender a hablar, más que algunos sonidos.
De igual manera Zana se habría integrado en el pueblo y tuvo cuatro hijos, cuidados y atendidos por los mismos pobladores. El primero murió luego de nacer, y el resto, eran Gondi, Kodzhanar, y Khviti, este último muerto en 1954. Todos ellos a su vez tuvieron descendencia.
Dos nietos de Zana fueron visitados por el investigador en 1964, en Tkvarcheli, donde trabajaban en una minera. De la investigación se derivó a que los hijos menores de Zana fueron criados por la familia de Edgi Genaba, y Zana habría sido sepultada en el cementerio junto sus restos (de la familia).
Los pobladores describieron que Gamas y Khviti, los hijos de Zana, eran personas muy robustas, de piel más oscura que el resto, labios gruesos, y carácter combativo, pero ningún rasgo más extraño. Se relata que tras encuentros violentos con los residentes, Kviti perdió una mano pero aun así mantenía su fortaleza. Dejó tres hijos al morir. Sus restos fueron sepultados cerca de la tumba de su madre. El caso de Gamas, la historia relatada por Burtsev, informa que era más velloso y más fuerte que el hermano.
En 1964, el investigador ruso, bajo las indicaciones de la familia Genaba, visitó las tumbas en Tahini con un arqueólogo y desenterraron lo que debía ser la tumba de uno de sus nietos.
En 1965, cuando volvieron en marzo y luego en octubre con el profesor, Mashkovtsev Abdushelishvili, la tarea de excavaciones fue difícil pues habían crecido árboles en el lugar.
Una vez más registraron una sepultura de la posible Zana, y encontraron los huesos de una mujer con pies de 29 centímetros, correspondiente a zapatos 44-45, pero con un cráneo femenino nada particular.
Mientras tanto, Burtsev siguió la descendencia de Kvhiti y fotografió a su hijo Sabelokov y la nieta Yanya nacida en 1918, y otra descendiente llamada Paraíso, nacida en 1934. Además, relata que se tomaron muestras que puedan servir para ADN. A Paraíso, que trabajaba en la Cruz Roja, la describió como una mujer muy alta y enérgica con rasgos algo diferentes a los habituales rusos.
En 1971, con otro equipo de excavadores, registraron una tumba más en alto que la de Khiviti, de tamaño no estándar, más bien pequeña. Estaba en su interior el cuerpo de una mujer sepultada con las rodillas plegadas sobre el estómago.
Estaba envuelta en un sudario y directamente sepulta en tierra. El cráneo fue descrito como insólito. Con dimensiones diferentes, más ancho de lo normal. No estaban seguros si era o no de Zana. Aun así los resultados de los posibles descendientes de Zana arrojan cráneos especialmente anchos comparados a los normales, según Burtsev.
El propio investigador cree que la historia popular de Zana, sirve para ser contada en el cine, pero también es digna de ser estudiada para confirmar los orígenes genealógicos de esta mujer de la selva y montañas del Cáucaso, que creó uno de los tantos mitos populares de Pie Grande en Rusia
Fuente: www.lagranepoca.com/26321-historia-zana-mujer-yeti-o-pie-grande-del-caucaso